viernes, 17 de febrero de 2012

MI PRIMERA VEZ EN HIELO

Me presento, soy JuanGa, el último integrante de este grupo (Montañex), también el más joven y más inexperto. De hecho, con esta es la cuarta vez que intentaba hacer algo en alta montaña. La segunda en Gredos aunque la primera, casi no logramos salir de refugio de la cantidad de agua que cayó.
En esta, primera entrada os contaré como fue mi primera vez en hielo, mi primera en el Almanzor… aunque la tercera vez que hago una cima (El año pasado hicimos Peñalara y el Midi d’Ossau)

Nuestro objetivo. Bonito verdad?

Como he dicho soy nuevo y, bueno, no voy a contar nada del tema técnico (todo eso lo cuenta Manuel que ya lo hace de cine) aquí aun tengo margen para mejorar… aunque prometo estudiar e ir mejorando. Así que contaré el día en base a las emociones y los pensamientos que tuve a lo largo del día.

En realidad el viaje empieza varias semanas antes, cuando decidimos fijar la fecha para subir. Pero empieza a ser real hasta la semana anterior, el sábado concretamente, comiendo con Celso en un Wok… y comentando el tema del temporal… No lo he dicho, pero nuestra idea era dormir en tienda llegando el viernes a eso de las 22h y con un temporal de frío siberiano atravesando la península… Efectivamente, tras mucho pensar la decisión fue unánime dormir en el hostal Alfonso (increíblemente bien) y hacer la ascensión en el día. Comienzo y fin en la plataforma (esto se tradujo en 11h)
Esto, pensando en un tiempo bastante malo, añadía tintes épicos a mi primer encuentro con el Almanzor (evidentemente si hubiera hecho lo malo que esperábamos hubiéramos tenido un bonito paseo ida y vuelta al refugio… tonterías las justas)

Durante toda la semana no paro de darle vueltas a la subida y de comentarlo con los compañeros de curro. Estaba nervioso, más bien histérico, tenía muchas ganas de que llegara el fin de semana y estrenarme con los crampones y piolets. En esa semana no pare de mirar blog sobre fotografía en montaña (me encanta, la verdad)

Llegamos el viernes a Hoyos a eso de las 21h, cenamos y a dormir … tras una primera cabezada (con ronquidos incluidos, eso dicen, yo no me oí) me desvelo a las 4:30 de la mañana… El despertador puesto a las 6:45, un poco más de dos horas pensando en la subida e intentando dormir para estar bien de fuerzas para el día siguiente. Nada, imposible, no consigo dormir, suena el despertador y me levanto rápidamente, me visto y me voy al salón a desayunar. Celso y Manuel a su ritmo. Yo, ya estaba serio, pensativo, nervioso y expectante por ver como iría el día.

Dejamos el hostal y cuando nos montamos en el coche… -13 grados en Hoyos… “Joder, se nos va a pelar el culo” –pienso.

De buena mañana


Llegamos a la plataforma, nos acabamos de pertrechar y ya… comienza. Hacemos camino, dirección al circo de Gredos. Al poco tiempo de comenzar nos damos cuenta de que haber intentado acampar junto al refugio el día anterior llegando de noche hubiera sido una insensatez y nos congratula el comprobar (gracias al buen descanso) lo frescos y bien físicamente que empezamos la actividad.

Amanece sobre Gredos


Dos horas y cuarto después estamos en el refugio, poniéndonos los crampones y sacando el piolets para , ahora si, comenzar lo bueno. Me encuentro con muchas ganas y fuerza, diría que feliz por empezar lo realmente importante (evidentemente la felicidad de la ignorancia). Nada más estar preparado empiezo a andar… y me hundo hasta la cadera… “En serio… ya estoy así y no empezamos”. En esto me ve Manuel y dice: “Ah, no os salgáis de la huella”--- “Gracias Manuel, no se me olvidará” ;)—contesto.

Espectacular


Estamos en Hoya Antón, al sol, haciendo un descanso, comiendo, bebiendo, visualizando por donde subir y escuchando a Manuel, que nos aconseja sobre como afrontar el siguiente esfuerzo hasta la portilla del crampón. “Cuarenta pasos, os paráis, contáis cuarenta y otros cuarenta pasos” – nos dice. Celso y yo estamos ya con cara de circunstancia, con esa nieve y sin ningún descanso aparente hasta la portilla. La cual no vemos… Comenzamos a subir, Manuel abre, después Celso y, el último, un servidor. Sin saberlo habíamos empezado, lo que para mi sería la parte más dura físicamente. Una hora y algo (no lo recuerdo) con un esfuerzo continuado bastante importante. Durante la subida no paro de mirar hacía atrás y pensar en la cantidad de fotos que debería estar tirando y que no tiro porque realmente no me encuentro suficientemente suelto para sacar la cámara, encenderla, encuadrar… eso me da pistas sobre el estado de alerta de mi cerebro. Sólo quiero estar pendiente de clavar bien los crampones y el piolets. “Es mi primera vez, estate concentrado en lo que estas haciendo”, resuena en mi cabeza casi con cada paso.
Ya con el 85% de las rampas del crampón subidas, nos entran las dudas, Celso piensa que no puede e insiste en que pase que él se queda el último (por supuesto, no paso, prefiero ir a su ritmo y subimos todos) y yo… yo empiezo a notar como mis cuádriceps empiezan a dar señales de cansancio… noto que se iban subiendo… Estamos a unos 70 metros de desnivel de la portilla del crampón… Hay que seguir, hablamos Celso y yo y seguimos.

Lo hemos conseguido, estamos en la portilla de crampón… Este fue claramente “El momento”, un viento muy desagradable, mucho frio, el cansancio acumulado de la subida, aquello parecía el fin del mundo… yo con las piernas jodidas y en mi cabeza un grito: “si esto es el Almanzor, no quiero pensar otras dificultades… me viene grande”. Aun así, Manuel, esta era su sexta/séptima vez nos anima a seguir… En la portilla entra mucho viento y te da una visión muy sesgada de como está todo. Efectivamente tiene razón y un poco más adelante ya no hay viento… solo sol y silencio. Estamos cerca de cima. Pienso que ya no queda nada cuando veo como Manuel empieza a trepar por las canales oscuras, que si no era especialmente difícil, requería de algo de técnica con piolet que, claramente, no tenía. Estoy a punto de parar, Manuel pregunta si quiero una cuerda… me concentro en ese momento, nada existe, clavo el piolet, encuentro el agarre para la otra mano… y PASO!!! Subidón de adrenalina, lo he conseguido… vuelvo a pensar que estoy en cima y no.. nos queda un pelin y ya subimos. Sorpresa monumental para mi, cima híper pequeña (los tres cabíamos con dificultad) y mucho viento de nuevo. Nos hacemos las respectivas fotos de cima y consigo hacer esta panorámica.

Impresionante paisaje

Tras unos minutos de satisfacción volvemos a la realidad, vamos a bajar… “mierda, no puedo, se me han subido los cuádriceps y no puedo moverme” … entro en pánico, Manuel mira flipando y Celso no se lo puede creer… estoy más de un minuto con los músculos subidos, entran un poco en calor (la adrenalina hace lo suyo) y bajamos. Rapelamos para bajar, aquí la lie un poco, lo tengo que decir, pero todo sin mayores problemas salvo un poco de atasco a la gente que subía… Desde aquí pido disculpas ;)

Iniciando el rápel.
Nos encontramos con unos chicos que han subido por la portilla de los cobardes, decidimos bajar por ahí y dirigirnos a la Lagunilla a comer… comemos… comemos como en el mejor restaurante del mundo y con estas vistas

Comiendo en la Lagunilla
Se acaba la actividad, hay que volver. A estas alturas estoy destrozado. Me duele todo… y encima a Manuel se le ha olvidado el arnés con los tornillos y su ocho en la Lagunilla...Vuelve a buscarlo desde Hoya Antón. Le esperamos en el refugio… no paro de mirar arriba esperando que vuelva, que no le haya pasado nada, vuelvo a no estar tranquilo… tras 35 minutos llega Manuel. Todo bien. Volvemos a la plataforma y en el camino sólo puedo recordar una frase que leí varios días antes de Erwin Kraus y que hago mía.

Uno sale de la ciudad, pequeño y humilde, para encontrarse con la naturaleza grande, inmensa, perdurable.


Me ha encantado el fin de semana. Gracias Celso y Manuel… MONTAÑEX!



5 comentarios:

  1. El relato está muy bien, pero tendré que subir yo alguno foto.

    ResponderEliminar
  2. Buenísimas las fotcas y mejor el relato...me alegro que todo saliera bien

    ResponderEliminar
  3. Mi madre lo ha leído y lo primero que ha pensado, es: "Tiene narices que le haya pagado yo una carrera al niño para que ahora se despeñe montaña abajo. Que se te ha perdido alli?"

    ResponderEliminar
  4. Muy bueno, que grande. Dan.

    ResponderEliminar
  5. eres un poeta de la alta montaña. estoy de acuerdo con tu madre que tambien es la mia

    ResponderEliminar